Me llamo la atención el llamado de guerra,
Y el rictus sagrado de mi tierra…
Y el sol que quemaba nuestras espaldas
Aun más que vendernos nos compramos…
Nos rematamos en la barata de la cultura popular…
No en caballos blancos…
Sino en aviones procedentes de todas partes…
Con sus cámaras polaroid o kodak
Nos retratan como si posáramos al ojo modernista
Desde nuestro pasado que nos corrompe
Por esclavizarnos un poco
Por parasitarios del todo.
Y el sol sigue achicharrando la piel de nuestras espaldas negras
Supongo que todo se abarata en el mercado…
Que el fuego en la brasa es solo la expresión metafórica de que todo pasa.
Me pongo melancólico a la fuerza del golpe,
Podría decirse que saldremos avante de este trago de agua y vinagre…
Que vender nuestra cultura no es lo más grave…
Sino venderlo por algo que no nos mata el hambre…
domingo, 27 de septiembre de 2009
domingo, 13 de septiembre de 2009
MI NIÑA EN CASA
Como el gorrión que abre sus alas al viento;
Sin tomarse ni así mismo por enserio…
Volando de un lado a otro por el cielo;
Así mismo es el espíritu de tu alma.
Alma que va, que flota por el mundo;
Que se destella en los flotantes y brillantes astros;
Es así el alma de tu pecho, de tu conciencia y tu mirada…
Libre, brillante, enamorada.
Vuela alma despojada de los cielos;
Derrama sobre el mundo de los sueños; tu sutil perfume;
Comparte con el duro andar tu alma suave…
Que es como los campos de flores llenos.
Amo la inmensidad de tu alma comprimida;
Porque es el reflejo de el amor más puro…
Es lo más cercano a la saciedad de mi calma…
Y al roció de sus enseñanzas.
Iras creciendo como las fabulas de los sabios…
Como las flores en el campo…
Y como el amor en tu mirar;
Y serás siempre por la mañana la niña de la casa
Sin tomarse ni así mismo por enserio…
Volando de un lado a otro por el cielo;
Así mismo es el espíritu de tu alma.
Alma que va, que flota por el mundo;
Que se destella en los flotantes y brillantes astros;
Es así el alma de tu pecho, de tu conciencia y tu mirada…
Libre, brillante, enamorada.
Vuela alma despojada de los cielos;
Derrama sobre el mundo de los sueños; tu sutil perfume;
Comparte con el duro andar tu alma suave…
Que es como los campos de flores llenos.
Amo la inmensidad de tu alma comprimida;
Porque es el reflejo de el amor más puro…
Es lo más cercano a la saciedad de mi calma…
Y al roció de sus enseñanzas.
Iras creciendo como las fabulas de los sabios…
Como las flores en el campo…
Y como el amor en tu mirar;
Y serás siempre por la mañana la niña de la casa
A LA MUERTE DE MI PADRE
La muerte te abrazo
Con su helado manto que suena ha eternidad.
Te tapo la boca
Y te dejo dormir en la memoria.
-pero sobrevivirá mi amor-
Porque la sangre llama desde las venas,
Desde la sangre que hierve y desaparece.
Desde la muerte que rechazo por eterna.
Desde mi fe al reencuentro en otro momento.
Ve feliz, “que aquí me quedo vigilando tus sentencias”
Aguantándome estas ganas de gritarle al orden cósmico de la vida y de la muerte.
A la suerte, a la naturaleza dinámica de nuestra propia existencia.
Quisiera Liberarme como tú, de mis cadenas.
U Otorgarme a la última de mis peores penitencias.
Pero aun voy a convertir este amor en un recuerdo.
Voy a recordarte como el alquimista de las historias.
El narrador de la memoria.
El poeta fértil, el labrador de contextos.
El que levantaba la voz de mi inconsciente.
¿Qué has hecho con mi padre, señor muerte?
Con su helado manto que suena ha eternidad.
Te tapo la boca
Y te dejo dormir en la memoria.
-pero sobrevivirá mi amor-
Porque la sangre llama desde las venas,
Desde la sangre que hierve y desaparece.
Desde la muerte que rechazo por eterna.
Desde mi fe al reencuentro en otro momento.
Ve feliz, “que aquí me quedo vigilando tus sentencias”
Aguantándome estas ganas de gritarle al orden cósmico de la vida y de la muerte.
A la suerte, a la naturaleza dinámica de nuestra propia existencia.
Quisiera Liberarme como tú, de mis cadenas.
U Otorgarme a la última de mis peores penitencias.
Pero aun voy a convertir este amor en un recuerdo.
Voy a recordarte como el alquimista de las historias.
El narrador de la memoria.
El poeta fértil, el labrador de contextos.
El que levantaba la voz de mi inconsciente.
¿Qué has hecho con mi padre, señor muerte?
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